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OFICINAS DE ALBERTO DOMÍNGUEZ.

GRANADA. 1990.

El proyecto propone el diseño de unos espacios de trabajo serenos, amables y ordenados poniendo en valor o sacando partido de aquellas condiciones del local que, a primera vista, parecen más adversas: su gran profundidad y la irregularidad de su estructura y medianerias.

 

La ordenación de la dispar hilera de pilares centrales que recorre el local y de la medianeria a norte, mediante la disposición de armarios de archivos  con puertas en un único plano, crea un ritmo visual de pilares frente a un muro continuo que permite la estructuración de las distintas áreas del programa manteniendo una percepción espacial unitaria.

La iluminación artificial se incorpora a este juego mediante bandas continuas que utilizan los paramentos como planos reflectores de iluminación indirecta y luminarias puntuales que pautan los ritmos de la estructura y crean la iluminación especifica de los puestos de trabajo.

 

Los materiales -madera en paredes, muebles y suelo, acero inoxidable mate y vidrio en diferentes acabados transparentes o traslúcidos según la necesidad- quieren contribuir a la creación de un ambiente amable, neutro y durable que sea un fondo discreto a la actividad que el espacio ha de acoger.

 

Las fachadas del local, proyectadas en mármol travertino y acero inoxidable, con grandes huecos que mejoran las condiciones de iluminación natural y la espacialidad interior, quieren proponer una imagen neutra de eficacia y calidad empresarial.

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