El Bar Morrison Café ocupa un pequeño y céntrico local estructurado con tres crujías paralelas a la calle. Las dos primeras ya formaban un único espacio con un pilar central en el bajo comercial existente y la tercera, más irregular y fragmentada, recogía la estructura de muros de carga del edificio.

El proyecto pone en valor las irregularidades del local y la necesidad de disponer importantes instalaciones de ventilación y climatización así como de aislamiento acústico para extraer de estos episodios una expresividad amable y discreta, que haga de aquel espacio un lugar confortable para hablar o escuchar música.

La madera de cerezo -utilizada en paramentos y pavimentos- es el material al que se confía la gratitud del ambiente; el mobiliario, atento al carácter buscado, incorpora un contrapunto material en acero y piel en color negro La iluminación artificial valora estos episodios expresivos mediante bandas de iluminación indirecta y elementos puntuales que dan iluminación directa sobre los planos de mesas y barra. La fachada mantiene la estructura de huecos del edificio incorporando la madera como una nueva piel expresiva de ambiente del local.

La gráfica del local se dispone serigrafiada sobre los vidrios de las puertas de acceso y una luminaria difusa y baja en los huecos de fachada produce una iluminación casi cinematográfica del ambiente urbano de la calle